viernes, 14 de agosto de 2009




Es sabido que cuando una estrella viene a tocar tu hombro, debes abrirle el corazón sin ninguna condición. Debes quedarte quieto y dejar que, como un ave de cristal , se pose sobre tu alma. No viene a robarte nada. No viene a mirar de cerca. Es una estrella fugaz caída del cielo que tan solo quiere un poco de tu luz y así, como una luciérnaga , poder regresar a casa.




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