sábado, 22 de octubre de 2011

viernes, 7 de octubre de 2011

Explotar.



Así somos. Nos creemos menos humanos de lo que realmente somos. Que tenemos menos imperfecciones, menos inquietudes e incluso menos sentimientos de los que verdaderamente tenemos. Quizá sea el miedo a lo que se ve. Pero no por nosotros, sino por los demás. Me jugaría una cena en que el 95% de la gente esconde más de lo que muestra, incluso a los más cercanos. Bien por miedo a la acción-reacción, o peor, por asustarse de sí mismo.

Bueno, es algo que es respetable. Pero no recomendable, al menos en parte. Me refiero a la sensación de estar lleno de cosas que decir... al mundo, que decirse, o que decirle... a ella. Esa sensación que te hace soñar -como es mi caso, y más veces de las que me gustaría- que explotas. Que explotas por no saber como hacerlo, que es mucho peor que por no querer hacerlo. En mi caso, y sin razón, exploto de rabia, de ganas, de fuerza, y porqué no, de amor. Pero no es por los demás, igual ha llegado el momento en el que mi ego empuja y quiere hacerse hueco en el lugar que no le corresponde hipotéticamente.

Siento que podría correr durante horas, bailar entre copas y más copas, o proponerte algunas que otras guerras entre tus piernas. Pero termino siendo la mosca que no puede romper el cristal por muchos cabezazos que dé, y no es ni por ganas ni por fuerza. De hecho, siento que tengo la genialidad pero no el método, que tengo la calidad pero no la cualidad de reconducirla, que es en definitiva tener la potencia pero no saber utilizarla. Y eso me preocupa, tanto como tener la cartera vacía de dinero y de ambiciones, tanto como ver metas falsas en mis caminos, tanto como tener vacío el lado derecho de mi cama seis de cada siete noches, que se vuelven tan frías que hasta la soledad anda buscando compañía.

Quizá nos cansemos de crecer, de cambiar, de adaptarnos, de creer más en mitos que en personas, de que todos seamos burros que siguen su zanahoria. Quizá, quizá, quizá... da igual, sólo desvarío, sí yo no sé vivir, sólo soy un no-poeta que improvisa. Estoy supeditado a que el corazón mande sobre mí, y no al revés.


Siempre me siento feliz, ¿sabes por qué? Porqué no espero nada de nadie, esperar siempre duele. Los problemas no son eternos, siempre tienen solución, lo único que no se resuelve es la muerte. La vida es corta por eso ámala, se feliz y siempre sonríe, sólo vive intensamente. Antes de hablar, escucha. Antes de escribir, piensa. Antes de herir, siente. Antes de rendirte, intenta. Antes de morir, vive.