domingo, 21 de febrero de 2010

La chica del vestido rojo


Lo primero de todo, tengo que pedir perdón. Sí, debo una disculpa a alguien, a alguien importante. Hoy me he dado cuenta de que... desde que hace casi un par de años que la conozco, aún no he escrito nada exclusivamente para ella. Y eso debería estar penado con cárcel, o al menos ser pecado capital, porque N es muy grande, demasiado grande para la mayoría de los hombres. Y no me refiero a altura, no... N es mucho más grande que yo, a pesar de que le saco un palmo y dos dedos. N es un bomba, pero no una bomba normal, no es una bomba que quite la vida. N es una bomba repleta de magia, de sonrisas, de cerveza y tequila, ¿puede haber una combinación mejor? Todos hemos sonreído con más o menos regularidad, y se han tomado una pinta de cerveza, y otros nos hemos emborrachado a base de tequilas, pero la magia...

La magia no está hecha para todo el mundo, ese polvito de estrellas sólo se encuentra en un puñado de personas en el mundo, y N es una de ellas. Ella se encarga de enseñar su magia, aunque para mi gusto, menos veces de las que debería. He leído miles de textos, cientos de libros, y no sé como lo hace, pero la sensación que tengo al leer a N es incomparable, y sigue siendo igual de inexplicable como aquella noche de insomnio leyendo blogs de desconocidos (hasta que llegué al suyo, y ahí me quedé durante horas). En parte gracias a N sigo escribiendo, no estoy seguro del todo, pero puede que fuera la primera en saber que en mis ratos solitarios escribía. De lo que si estoy seguro, de que fue la primera en animarme a compartirlo, en confiar en mí.

Y es que, si no os habéis dado cuenta ya, pero N es especial (hasta incluso la forma de conocernos), estoy seguro de que será la primera física que saque un libro de "cómo perder a la chica del vestido rojo" y no poder recuperarla, porque N será la chica, y ya ha encontrado principito para compartir asteroide. N sonríe, sonríe porque es feliz y porque ha encontrado a ÉL (con mayúsculas), a pesar de tener que renunciar a alguna que otra cosa. N sonríe porque yo también he conseguido encontrar a quien tanto buscaba. Y por último, N es importante porque fue la primera habitante de esta pequeña "estrella de cartón".

martes, 16 de febrero de 2010

Luces, estrellas y derivados




Hablando de luces, existen farolas que iluminan las calles más oscuras, soles que animan días tristes, faros que guían a barcos a la deriva y alguna que otra luna que acompaña a unas cuantas estrellas. Y hablando de estrellas, como alguna que contagia a otra, hay vidas que iluminan otras vidas, otras incendian, otras dinamitan y otras que apagan cuando llega el momento de irse, y nunca vuelven a brillar igual. Y hablando de brillar, hay personas que brillan con luz propia, como tú y tu sonrisa, y que cuando encuentras a una en tu camino, sientes que sería imposible apagarse, por muchos martes que pases bajo la lluvia.