sábado, 5 de noviembre de 2011

¿Será verdad que al final la poesía salvará nuestras almas?



"Te miro a los ojos y me pregunto de qué color serán tus sueños,
si son rojos o amarillos o azules como los míos.
Te miro a los ojos y me pregunto hasta dónde llegará esto,
si es locura lo que siento o me siento loco dentro de ello.
Dime, dime si está mal lo que hago."

sábado, 22 de octubre de 2011

viernes, 7 de octubre de 2011

Explotar.



Así somos. Nos creemos menos humanos de lo que realmente somos. Que tenemos menos imperfecciones, menos inquietudes e incluso menos sentimientos de los que verdaderamente tenemos. Quizá sea el miedo a lo que se ve. Pero no por nosotros, sino por los demás. Me jugaría una cena en que el 95% de la gente esconde más de lo que muestra, incluso a los más cercanos. Bien por miedo a la acción-reacción, o peor, por asustarse de sí mismo.

Bueno, es algo que es respetable. Pero no recomendable, al menos en parte. Me refiero a la sensación de estar lleno de cosas que decir... al mundo, que decirse, o que decirle... a ella. Esa sensación que te hace soñar -como es mi caso, y más veces de las que me gustaría- que explotas. Que explotas por no saber como hacerlo, que es mucho peor que por no querer hacerlo. En mi caso, y sin razón, exploto de rabia, de ganas, de fuerza, y porqué no, de amor. Pero no es por los demás, igual ha llegado el momento en el que mi ego empuja y quiere hacerse hueco en el lugar que no le corresponde hipotéticamente.

Siento que podría correr durante horas, bailar entre copas y más copas, o proponerte algunas que otras guerras entre tus piernas. Pero termino siendo la mosca que no puede romper el cristal por muchos cabezazos que dé, y no es ni por ganas ni por fuerza. De hecho, siento que tengo la genialidad pero no el método, que tengo la calidad pero no la cualidad de reconducirla, que es en definitiva tener la potencia pero no saber utilizarla. Y eso me preocupa, tanto como tener la cartera vacía de dinero y de ambiciones, tanto como ver metas falsas en mis caminos, tanto como tener vacío el lado derecho de mi cama seis de cada siete noches, que se vuelven tan frías que hasta la soledad anda buscando compañía.

Quizá nos cansemos de crecer, de cambiar, de adaptarnos, de creer más en mitos que en personas, de que todos seamos burros que siguen su zanahoria. Quizá, quizá, quizá... da igual, sólo desvarío, sí yo no sé vivir, sólo soy un no-poeta que improvisa. Estoy supeditado a que el corazón mande sobre mí, y no al revés.


Siempre me siento feliz, ¿sabes por qué? Porqué no espero nada de nadie, esperar siempre duele. Los problemas no son eternos, siempre tienen solución, lo único que no se resuelve es la muerte. La vida es corta por eso ámala, se feliz y siempre sonríe, sólo vive intensamente. Antes de hablar, escucha. Antes de escribir, piensa. Antes de herir, siente. Antes de rendirte, intenta. Antes de morir, vive.

sábado, 30 de julio de 2011

Sí.




Tenéis que vivirlo, sí. Confiad en mí. No todos tenemos la suerte de conseguirlo, pero hay que intentarlo. Seréis otros sin dejar de ser los mismos. Y os advierto que os enamoraréis de quien os haga cambiar -a mejor o a peor-. De quien os vuelva otros. De quien eche por tierra todos vuestros principios -o que al menos os haga replantearlos totalmente-, todos vuestros “seguro”, “siempre” y “nunca jamás”. De quien os haga ser diferentes, eso que todos dicen que mola, eso que otros definer hacer sentir 'especial'. De quien os manipule sin dinero o votos de por medio, sin guantes blanco. Si puede ser, sin manos también, y que sea más con actos que con palabras. De quien os deje sin las palabras que siempre creísteis saber usar. Que os deje sin saber expresar lo que un día creíste diseccionar. De ella.

Entonces estaréis como este servidor, intentando expresar algo inexpresable soltando sílabas que forman palabras y líneas borrosas a lo largo de un fondo blanco, separado todo por espacios exactos y signos de puntuación. Algo que ni siquiera sois capaces de abarcar pensando. Qué atrevimiento. Qué error. Cuánto hay que dejar por el camino, qué corto se queda todo el papel. Pero también entonces, comprenderéis que necesitamos contarlo, para intentar entenderlo releyéndolo o para disfrutar hablando de algo que nadie entiende, que siempre me ha dado mucho gusto. Quizás las dos respuestas sean válidas. Pero sólo por ella.

Tenéis que sentirlo. Y luego, hacemos una involución. Sí, qué coño. La de los sentidos, sensibles, sentimentales, sementales, valientes, heroicos, ciegos, afortunados, felices. La de los apolíticos, la de los simples, la de los luchadores, la de los que apuestan todo porque hay una mínima opción de ganar mucho más. La tuya, le diréis. La de los enamorados. Vamos a contarle al mundo entero que sí cambiamos todo por sólo una, que sí hacemos gilipolleces inmensas, que nos da exactamente igual el resto, que ni siquiera nos acordamos de que seguimos compartiendo cuerpo con nosotros cuando estamos con ella. Que vivimos pendientes de una perdida. Y perdidos por quien está pendiente. Que dormimos con el móvil al lado de la almohada y no con un libro. Que si está ella, con ninguno de los dos. Que hacemos lo que nos pida. Que le pedimos que nos haga mucho y bien. Que no somos nada guays. Que no nos chuleamos de lo que no hacemos. Que reconocemos que dependemos, y con mucho gusto, lo reconozco. En definitiva, que nos desvivimos cada día un poco. Para dárselo a ella. Que cada vez somos menos nosotros y más por ella. Y que ni siquiera hace falta que nos haga caso para todo esto. Que no todo es tan bonito como lo pintan, pero que si lo pintáis vosotros, ya merece la pena. Sí, merece la pena.





Feliz cumpleaños, inspiración.

viernes, 22 de abril de 2011

Y a ti... ¿Qué te da la vida?

Pues bien, podría ser la respuesta a esta pregunta la que englobe todas las razones por las que seguimos adelante. ¿Estás mal? ¿No quieres seguir adelante? Seguro que crees o has creído que la vida es una mierda, que no merece la pena seguir caminando. No te culpo, yo tuve antes que tú dicha sensación, pero no... las cosas no son así. Y son esas pequeñas cosas que te dan la vida por las que empiezas a cambiar la lente a través de la que ves todo.


¿No me crees? Bueno, es respetable. Pero mira, no dejes de leer esto, puede que te termine ayudando. Vale que los tiempos no son buenos, que te puede ahogar un préstamo, un trabajo (o no tenerlo), una ruptura o una discusión. Pero, en serio, eso no es nada al fin y al cabo. Yo empecé a vivir cuando me dí cuenta de que tu día a día se recordará por las sonrisas y no por las lágrimas. La sonrisa del amor, la sonrisa de la amistad, la sonrisa de un triunfo, incluso... la primera sonrisa tras muchas lágrimas, o la primera sonrisa tras mucho esfuerzo. ¿No lo ves cómo yo? Un mal momento no hace más que ayudar a valorar uno bueno que vendrá después. Que sí, que sí, que hablo demasiado y no todo es de color de rosa, claro que no. Pero, no me equivoco al decir que un día no es más largo por muy malo que sea, ¿no?


Mira, te voy a ayudar, te voy a decir lo que me da la vida a mí, y luego... empiezas con las tuyas, ¿de acuerdo?

Me da la vida el baloncesto. No hablo como sólamente deporte, ¿vale? Me refiero a como vía de escape. Cuando estoy/he estado mal, sólo me ha hecho falta coger un balón, e ir a tirar, con mis cascos puestos y la música a tope.


Otra es esa, la música. Blues para curar el dolor, Rap para vivir, Flamenco para el desamor, Rock para saltar o Jazz para escribir. Lo que quieras, lo que te haga falta. Pero música al fin y al cabo. Prescindir de ella sería un gran error, porque es la libertad de los que de verdad escuchamos.


Me dan la vida mis amigos. Las conversaciones de horas sobre nada y todo. Las cientos de carcajadas por tonterías, y las locuras y anécdotas que nunca nos cansamos de contar.


Me da la vida mi familia. Un abrazo de una madre lo puede todo, un consejo de un padre que siempre habrá que recordar, o el paso del tiempo junto a una hermana.


Me da la vida un buen libro, un baño en la Costa Brava, un paisaje de mi Pirineo, una buena barbacoa en el campo, un paseo por mi Zaragoza, perderme bien acompañado por Barcelona, un trago de un buen Whisky, un chupito de tequila sin sal, ni limón, ni gestos;


Y por supuesto, me da la vida ella. Por los momentos, por muy cortos que sean, que me salva. Me saca de aquí, me lleva a su mundo, y me vuelve a dejar aquí mejor que antes. Y porque, sobretodo, es imposible ser un hombre enfadado a su lado.


Y me da la vida escribir. Creía tenerlo olvidado, pero ha sido un gran error. La inspiración es como una planta a la que hay que cuidar. Regarla diariamente con tinta y que le llegue algún rayito de luz, alguna que otra caricia del alma y pequeños soplos de oxígeno de los que la disfrutan. Es así como florece el verdadero talento. No se busca, pero se trabaja. No se crea, pero crece.


Me da la vida perder la inspiración, y que después vuelva de puntillas.


¿Te he convencido? Ahora te toca hacer la lista a ti. A mí me funcionó esto. No sé quién eres, pero si te he ayudado (aunque sea a una única persona) habrá merecido la pena volver a escribir.

jueves, 21 de abril de 2011

Conspiración a mi inspiración

"Nadie que viva en paz puede escribir algo que merezca la pena" No se muy bien dónde leí o escuché esa frase, pero me acuerdo de ella en muchos momentos. No estoy del todo de acuerdo, porque conozco a gente como mi pequeña gran amiga Nerea que cuando son felices, cada palabra suya es un rayito de luz. Pero creo que yo no soy de esa pasta, quizá porque no comenzamos a escribir por las mismas razones. Ella, como otras personas, nació para hacerlo, yo en cambio empecé a escribir para aguantar chaparrones. Son puntos de vista diferentes, aunque a veces el hábito hace al monje.

Pero quizá sea porque sea feliz, o esté en paz, o no llegue a odiar nada como para escribir algo en condiciones. Ray Charles, por ejemplo, decía que para cantar tenía que estar triste, que el jazz o el soul era una música que nació a raíz de muchas lágrimas. Pero vamos, no pienso compararme a él, él era un genio, pero a veces busco estúpidamente estar triste para ver que sale de mi cabeza. Todo lo que se me ocurre últimamente o ya lo he escrito, o me lo contaron, o lo conté. Quizá sea un precio a pagar por tenerlo casi todo, ¿no? Tengo salud, amor, y más o menos algo de dinero para salir del paso.

Aunque, después de todo... eso me preocupa, bueno, quiero decir que quiero ponerle solución. Vale, estamos en crisis, y bastante tenemos que soportar. Ya casi nadie habla de amor, o de superación, o de la auténtica amistad, aquí ahora parecen importar otros temas. Pero quiero estar equivocado cuándo pienso que la crisis ha llegado a nuestra inspiración, a la mía por lo menos sí.

Y no lo pienso permitir, apagad la tele, leed un buen libro y escuchad música que os enriquezca. Provoquémonos sonrisas los unos a los otros. Escribid lo que se os pase por la cabeza, porque sólo así conseguiremos salir de esta crisis.

viernes, 8 de abril de 2011

Tic tac.

Renegar del pasado es un error. Estás hecho de todas las lágrimas, decepciones y traiciones que has sufrido. De todas las tonterías a las que diste importancia y de los asuntos importantes que no prestaste atención. De los lugares a los que fuíste, y alguno al que volviste. Y por supuesto, de los buenos momentos y de todas las sonrisas dedicadas. Sería una estupidez olvidar todo lo bueno, porque es todo por lo que en su momento luchamos por conseguir. Yo no creo en el destino, creo en ser consecuente. Consecuente con aquello que te hizo sufrir pero que te hizo aprender, aquello que traicionaste y después recibiste un perdón. De la virtud de sacar lecciones de lo malo que viviste, es la satisfacción de disfrutar más que nunca un presente dulce.

sábado, 19 de febrero de 2011

Galaxear en un plácido domingo

Después de muchos pensamientos inconexos alrededor de mi insumisión a celebrar San Valentín, he llegado a la conclusión definitiva y en proceso de patente sobre el enamoramiento. Por encima de los ramos de rosas y las cajas de bombones (y ahora, hasta pizzas, ¡olé!) en forma de corazón - y cuanto más grandes, mejor-, creo que la verdadera demostración del amor está en esos asquerosos domingos con cierzo y lluvia en los que hasta los perros suplican a sus dueños por no ser sacados a pasear. Puede sonar absurdo, y quizás hasta lo sea, pero sí, definitivamente el amor es la manifestación del deseo de compartir los ratos dominicales muertos. Todo ello dirigido a que, hasta puede que sea posible, que se convierta en uno de los momentos ansiados al comienzo de la semana. Quién te lo iba a decir... ¿verdad? Estar a lunes y desear que llegue el domingo. De locos. A mí, que de pequeño me entraba ya la fiebre sólo de pensar que era domingo y el día siguiente tocaba ir a clase.

¿Qué pruebas quieres más que estas? Y no sólo me refiero a un domingo sexual, que seguro que son los preferidos de todos y lo estáis pensando, sino de un domingo de capuchinos, de remolonear en la cama hasta que se te pegan las sábanas, de maratón de películas (y hasta no te importaría ver cine español), de cocinar pasta o de hacer algún postre hasta pringarte. Incluso los domingos de biblioteca son diferentes si estás con esa persona.

Quizás todo esto que os estoy contando os suene a tontería. Pero me da igual, porque mañana es domingo y sé con quién quiero/voy a pasarlo. Y eso me vale.





Para tí, por dos años inmejorables.

jueves, 27 de enero de 2011

Loco por tí

No quiero celos ni amores enfermos, sólo buenos momentos que sean eternos.
No quiero sexo como gimnasia, de ese que te vacía cuando te sacia.
No quiero estar con el escudo y el arma, y con el corazón blindado como el coche de Batman.

Quiero despertarme a tu lado con calma, y que el roce de tu cuerpo sea mi única alarma. Deja que tu ropa se caiga y sean mis sábanas blancas, que me arropen con carne y me destapen con alma.

No debes preocuparte, yo no miro esas faldas, no sé como explicarte... yo no soy de esa fauna.
Sólo me interesa la risa, provocarla a todas horas sin prisa. Ya no quiero gritos, ni ruidos, ni bombardeos. Sólo veo estar a tu lado callado, como en misa.




ToteKing.