viernes, 22 de abril de 2011

Y a ti... ¿Qué te da la vida?

Pues bien, podría ser la respuesta a esta pregunta la que englobe todas las razones por las que seguimos adelante. ¿Estás mal? ¿No quieres seguir adelante? Seguro que crees o has creído que la vida es una mierda, que no merece la pena seguir caminando. No te culpo, yo tuve antes que tú dicha sensación, pero no... las cosas no son así. Y son esas pequeñas cosas que te dan la vida por las que empiezas a cambiar la lente a través de la que ves todo.


¿No me crees? Bueno, es respetable. Pero mira, no dejes de leer esto, puede que te termine ayudando. Vale que los tiempos no son buenos, que te puede ahogar un préstamo, un trabajo (o no tenerlo), una ruptura o una discusión. Pero, en serio, eso no es nada al fin y al cabo. Yo empecé a vivir cuando me dí cuenta de que tu día a día se recordará por las sonrisas y no por las lágrimas. La sonrisa del amor, la sonrisa de la amistad, la sonrisa de un triunfo, incluso... la primera sonrisa tras muchas lágrimas, o la primera sonrisa tras mucho esfuerzo. ¿No lo ves cómo yo? Un mal momento no hace más que ayudar a valorar uno bueno que vendrá después. Que sí, que sí, que hablo demasiado y no todo es de color de rosa, claro que no. Pero, no me equivoco al decir que un día no es más largo por muy malo que sea, ¿no?


Mira, te voy a ayudar, te voy a decir lo que me da la vida a mí, y luego... empiezas con las tuyas, ¿de acuerdo?

Me da la vida el baloncesto. No hablo como sólamente deporte, ¿vale? Me refiero a como vía de escape. Cuando estoy/he estado mal, sólo me ha hecho falta coger un balón, e ir a tirar, con mis cascos puestos y la música a tope.


Otra es esa, la música. Blues para curar el dolor, Rap para vivir, Flamenco para el desamor, Rock para saltar o Jazz para escribir. Lo que quieras, lo que te haga falta. Pero música al fin y al cabo. Prescindir de ella sería un gran error, porque es la libertad de los que de verdad escuchamos.


Me dan la vida mis amigos. Las conversaciones de horas sobre nada y todo. Las cientos de carcajadas por tonterías, y las locuras y anécdotas que nunca nos cansamos de contar.


Me da la vida mi familia. Un abrazo de una madre lo puede todo, un consejo de un padre que siempre habrá que recordar, o el paso del tiempo junto a una hermana.


Me da la vida un buen libro, un baño en la Costa Brava, un paisaje de mi Pirineo, una buena barbacoa en el campo, un paseo por mi Zaragoza, perderme bien acompañado por Barcelona, un trago de un buen Whisky, un chupito de tequila sin sal, ni limón, ni gestos;


Y por supuesto, me da la vida ella. Por los momentos, por muy cortos que sean, que me salva. Me saca de aquí, me lleva a su mundo, y me vuelve a dejar aquí mejor que antes. Y porque, sobretodo, es imposible ser un hombre enfadado a su lado.


Y me da la vida escribir. Creía tenerlo olvidado, pero ha sido un gran error. La inspiración es como una planta a la que hay que cuidar. Regarla diariamente con tinta y que le llegue algún rayito de luz, alguna que otra caricia del alma y pequeños soplos de oxígeno de los que la disfrutan. Es así como florece el verdadero talento. No se busca, pero se trabaja. No se crea, pero crece.


Me da la vida perder la inspiración, y que después vuelva de puntillas.


¿Te he convencido? Ahora te toca hacer la lista a ti. A mí me funcionó esto. No sé quién eres, pero si te he ayudado (aunque sea a una única persona) habrá merecido la pena volver a escribir.

jueves, 21 de abril de 2011

Conspiración a mi inspiración

"Nadie que viva en paz puede escribir algo que merezca la pena" No se muy bien dónde leí o escuché esa frase, pero me acuerdo de ella en muchos momentos. No estoy del todo de acuerdo, porque conozco a gente como mi pequeña gran amiga Nerea que cuando son felices, cada palabra suya es un rayito de luz. Pero creo que yo no soy de esa pasta, quizá porque no comenzamos a escribir por las mismas razones. Ella, como otras personas, nació para hacerlo, yo en cambio empecé a escribir para aguantar chaparrones. Son puntos de vista diferentes, aunque a veces el hábito hace al monje.

Pero quizá sea porque sea feliz, o esté en paz, o no llegue a odiar nada como para escribir algo en condiciones. Ray Charles, por ejemplo, decía que para cantar tenía que estar triste, que el jazz o el soul era una música que nació a raíz de muchas lágrimas. Pero vamos, no pienso compararme a él, él era un genio, pero a veces busco estúpidamente estar triste para ver que sale de mi cabeza. Todo lo que se me ocurre últimamente o ya lo he escrito, o me lo contaron, o lo conté. Quizá sea un precio a pagar por tenerlo casi todo, ¿no? Tengo salud, amor, y más o menos algo de dinero para salir del paso.

Aunque, después de todo... eso me preocupa, bueno, quiero decir que quiero ponerle solución. Vale, estamos en crisis, y bastante tenemos que soportar. Ya casi nadie habla de amor, o de superación, o de la auténtica amistad, aquí ahora parecen importar otros temas. Pero quiero estar equivocado cuándo pienso que la crisis ha llegado a nuestra inspiración, a la mía por lo menos sí.

Y no lo pienso permitir, apagad la tele, leed un buen libro y escuchad música que os enriquezca. Provoquémonos sonrisas los unos a los otros. Escribid lo que se os pase por la cabeza, porque sólo así conseguiremos salir de esta crisis.

viernes, 8 de abril de 2011

Tic tac.

Renegar del pasado es un error. Estás hecho de todas las lágrimas, decepciones y traiciones que has sufrido. De todas las tonterías a las que diste importancia y de los asuntos importantes que no prestaste atención. De los lugares a los que fuíste, y alguno al que volviste. Y por supuesto, de los buenos momentos y de todas las sonrisas dedicadas. Sería una estupidez olvidar todo lo bueno, porque es todo por lo que en su momento luchamos por conseguir. Yo no creo en el destino, creo en ser consecuente. Consecuente con aquello que te hizo sufrir pero que te hizo aprender, aquello que traicionaste y después recibiste un perdón. De la virtud de sacar lecciones de lo malo que viviste, es la satisfacción de disfrutar más que nunca un presente dulce.