sábado, 17 de noviembre de 2012

Buscad la vuestra

Ocho meses sin escribir nada que valiera la pena, hasta que una madrugada cualquiera... ¡plof! Sale. Toda mi vida ha sido así, aunque he de reconocer que últimamente he estado más exigente que de costumbre en cuanto a mis palabras. Simplemente el mensaje es claro, he conseguido desmenuzar mis sentimientos hasta tal punto que he podido ordenarlos de forma que, por fin, puedo explicarlos. Algunos lo llaman catarsis, otros zen... nirvana, meditación, calma, reflexión, podéis llamarlo como queráis, pero será eso que estáis pensando. No puedo dar lecciones de vida, aunque más de una vez me haya envalentonado haciéndolo, es cierto. Pero creo haber descubierto la forma de describir el sentimiento que mueve el mundo -mi mundo-: el amor. 

Sí, sé que suena demasiado nostálgico en estos tiempos, pero es verdad. Cuando hay amor, y sabes explicarlo -y explicárselo- todo sabe diferente, se ve diferente y hasta con colores más claros. El primero, y más importante, es el amor a uno mismo. Y no es egoísta, ni siquiera egocéntrico, ya que yo pienso que sólo conseguirás enamorar a una persona cuando te creas capaz de hacerlo. Hasta entonces, miedo: A perder lo que realmente no te corresponde por el momento, a no saber mejorar, y lo más temido... a no saber aprender.

Pero de verdad, las cosas en este terreno de juego no están tan regladas como pensamos. Llega una persona y... Y cambia todo. Es así. Es curioso que un estudioso de las leyes, del orden y del control como soy yo lo diga pero... en la frontera del amor las reglas son superfluas e ineficaces. No intentes controlar algo cuyo motor es tu propio corazón, va contra natura, créeme.

En mi caso, llegó hace poco más de tres años. Ella (aunque por todo lo que significa casi tendría que ser ELLA, en mayúsculas) apareció para zarandearme la cabeza y agarrarme el corazón. Y poco a poco se fue ganando ser la dueña de mis palabras. Hace tiempo que solo escribo por y para ella, y por eso escribo hoy después de tanto tiempo. 

Más de una, dos, o tres veces me han preguntado como definir lo que siento por ella. Y hasta hoy no sabía como expresarlo plenamente. Merece el esfuerzo intentarlo. 

Porque ella no resta, sólo suma y la mayoría de las veces me multiplica. Y sí que divide, pero siempre es para dos. Que es capaz de convertir todo mi dolor acumulado en caricias, y todas las lágrimas en abrazos. Sentir que si ella fuera música sería de Janis Joplin, y si fuera un día siempre -sea donde fuera- estaría soleado. Capaz de convertirte en más tigre que gato, y hacerte sentir que puedes con todo a su lado. Que no hay límites, que no hay cansancio, ni tiempo en esta vida para cansarte de disfrutarla. Que follar cambia su sentido y ya no es follar, que es el momento de sentir que no hay nada que te pueda separar de ella.

De verdad, que no hay persona que mil lágrimas valga, pero seguro que mil sonrisas sí y es por eso por lo que se ha de caminar. Quizás el destino sea caprichoso conmigo, y por consiguiente con vosotros, pero... ¿que cuál es su nombre? Victoria. Y es imposible sentirme tan ganador como en este preciso momento. Buscad la vuestra, porque siempre merece la pena.




sábado, 10 de marzo de 2012

No un medio, un fin.

Y es que a veces las palabras no son un medio, sino un fin en sí mismo. Como las rosas, que se deberían regalar siempre porque sí, quizá contemplaría alguna  vez por un "Felicidades", y alguna otra por un "Gracias", pero no entenderé nunca las del "Perdóname" y las del "Lo siento". Porque desvirtúan bastante el verdadero significado, la verdadera razón, que es quién las recibe y por ello el verdadero mensaje tiene que centrarse en aquel. Pues con las palabras funciona igual, en este caso el fin eres tú, porque eres tú y nada más. Y por esa regla de tres, estas palabras son tuyas, aunque las escriba yo, porque sólo tienen significado porque son para ti.  Como esas obras de arte que son más propiedad de la inspiración que las motivó que del propio pincel que las pintó, ¿me explico? Igual que lo que escribo. Hace tiempo que dejo de sentir las palabras mías y  las siento más tuyas. Y no es un regalo, no me ha dado tiempo a que lo sea, porque desde que nacen en el papel son tuyas, hasta la tinta es del color de ese vestido azul que tan bien te queda, e incluso los surcos de las letras intentan imitar las curvas de tu cuerpo. Porque eres la razón, la inspiración, el significado y el fin de todo esto.  Porque si no fuera por ti, no estaría escribiendo esto. Bueno, ni esto ni nada. Porque eres la única persona que me anima a volver a sentarme delante de un folio. Que me recuerda para qué escribía, y su  verdadero valor. Así que simplemente, esto va por ti.

sábado, 5 de noviembre de 2011

¿Será verdad que al final la poesía salvará nuestras almas?



"Te miro a los ojos y me pregunto de qué color serán tus sueños,
si son rojos o amarillos o azules como los míos.
Te miro a los ojos y me pregunto hasta dónde llegará esto,
si es locura lo que siento o me siento loco dentro de ello.
Dime, dime si está mal lo que hago."

sábado, 22 de octubre de 2011

viernes, 7 de octubre de 2011

Explotar.



Así somos. Nos creemos menos humanos de lo que realmente somos. Que tenemos menos imperfecciones, menos inquietudes e incluso menos sentimientos de los que verdaderamente tenemos. Quizá sea el miedo a lo que se ve. Pero no por nosotros, sino por los demás. Me jugaría una cena en que el 95% de la gente esconde más de lo que muestra, incluso a los más cercanos. Bien por miedo a la acción-reacción, o peor, por asustarse de sí mismo.

Bueno, es algo que es respetable. Pero no recomendable, al menos en parte. Me refiero a la sensación de estar lleno de cosas que decir... al mundo, que decirse, o que decirle... a ella. Esa sensación que te hace soñar -como es mi caso, y más veces de las que me gustaría- que explotas. Que explotas por no saber como hacerlo, que es mucho peor que por no querer hacerlo. En mi caso, y sin razón, exploto de rabia, de ganas, de fuerza, y porqué no, de amor. Pero no es por los demás, igual ha llegado el momento en el que mi ego empuja y quiere hacerse hueco en el lugar que no le corresponde hipotéticamente.

Siento que podría correr durante horas, bailar entre copas y más copas, o proponerte algunas que otras guerras entre tus piernas. Pero termino siendo la mosca que no puede romper el cristal por muchos cabezazos que dé, y no es ni por ganas ni por fuerza. De hecho, siento que tengo la genialidad pero no el método, que tengo la calidad pero no la cualidad de reconducirla, que es en definitiva tener la potencia pero no saber utilizarla. Y eso me preocupa, tanto como tener la cartera vacía de dinero y de ambiciones, tanto como ver metas falsas en mis caminos, tanto como tener vacío el lado derecho de mi cama seis de cada siete noches, que se vuelven tan frías que hasta la soledad anda buscando compañía.

Quizá nos cansemos de crecer, de cambiar, de adaptarnos, de creer más en mitos que en personas, de que todos seamos burros que siguen su zanahoria. Quizá, quizá, quizá... da igual, sólo desvarío, sí yo no sé vivir, sólo soy un no-poeta que improvisa. Estoy supeditado a que el corazón mande sobre mí, y no al revés.


Siempre me siento feliz, ¿sabes por qué? Porqué no espero nada de nadie, esperar siempre duele. Los problemas no son eternos, siempre tienen solución, lo único que no se resuelve es la muerte. La vida es corta por eso ámala, se feliz y siempre sonríe, sólo vive intensamente. Antes de hablar, escucha. Antes de escribir, piensa. Antes de herir, siente. Antes de rendirte, intenta. Antes de morir, vive.

sábado, 30 de julio de 2011

Sí.




Tenéis que vivirlo, sí. Confiad en mí. No todos tenemos la suerte de conseguirlo, pero hay que intentarlo. Seréis otros sin dejar de ser los mismos. Y os advierto que os enamoraréis de quien os haga cambiar -a mejor o a peor-. De quien os vuelva otros. De quien eche por tierra todos vuestros principios -o que al menos os haga replantearlos totalmente-, todos vuestros “seguro”, “siempre” y “nunca jamás”. De quien os haga ser diferentes, eso que todos dicen que mola, eso que otros definer hacer sentir 'especial'. De quien os manipule sin dinero o votos de por medio, sin guantes blanco. Si puede ser, sin manos también, y que sea más con actos que con palabras. De quien os deje sin las palabras que siempre creísteis saber usar. Que os deje sin saber expresar lo que un día creíste diseccionar. De ella.

Entonces estaréis como este servidor, intentando expresar algo inexpresable soltando sílabas que forman palabras y líneas borrosas a lo largo de un fondo blanco, separado todo por espacios exactos y signos de puntuación. Algo que ni siquiera sois capaces de abarcar pensando. Qué atrevimiento. Qué error. Cuánto hay que dejar por el camino, qué corto se queda todo el papel. Pero también entonces, comprenderéis que necesitamos contarlo, para intentar entenderlo releyéndolo o para disfrutar hablando de algo que nadie entiende, que siempre me ha dado mucho gusto. Quizás las dos respuestas sean válidas. Pero sólo por ella.

Tenéis que sentirlo. Y luego, hacemos una involución. Sí, qué coño. La de los sentidos, sensibles, sentimentales, sementales, valientes, heroicos, ciegos, afortunados, felices. La de los apolíticos, la de los simples, la de los luchadores, la de los que apuestan todo porque hay una mínima opción de ganar mucho más. La tuya, le diréis. La de los enamorados. Vamos a contarle al mundo entero que sí cambiamos todo por sólo una, que sí hacemos gilipolleces inmensas, que nos da exactamente igual el resto, que ni siquiera nos acordamos de que seguimos compartiendo cuerpo con nosotros cuando estamos con ella. Que vivimos pendientes de una perdida. Y perdidos por quien está pendiente. Que dormimos con el móvil al lado de la almohada y no con un libro. Que si está ella, con ninguno de los dos. Que hacemos lo que nos pida. Que le pedimos que nos haga mucho y bien. Que no somos nada guays. Que no nos chuleamos de lo que no hacemos. Que reconocemos que dependemos, y con mucho gusto, lo reconozco. En definitiva, que nos desvivimos cada día un poco. Para dárselo a ella. Que cada vez somos menos nosotros y más por ella. Y que ni siquiera hace falta que nos haga caso para todo esto. Que no todo es tan bonito como lo pintan, pero que si lo pintáis vosotros, ya merece la pena. Sí, merece la pena.





Feliz cumpleaños, inspiración.