jueves, 19 de agosto de 2010

Se hace camino al andar.



Hoy iba caminando por la calle entre prisas, y he pasado por delante del local donde se encontraba la antigua papelería a la que siempre entraba de pequeño. Estaba el cartel de "Se traspasa por jubilación". A pesar de que llegaba justo a trabajar, he entrado. Quizá haya sido porque no vuelva a tener oportunidad de entrar en aquel sitio donde mi abuela me compraba chucherías, o ahorraba las cien pesetas que me daban para comprarme los cromos de la Liga 97/98.

Por aquel entonces el negocio lo llevaba una pareja muy simpática de la quinta anterior a mis padres, con dos hijas y un hijo, el pequeño, que me sacaba un lustro. Cuando he entrado me he encontrado al dueño con un par de niñas de no más de dos años, correteando por la tienda, entre muñecos diminutos, palas de playa y balones de plástico, de esos que desgastábamos en los recreos de primaria. Me he imaginado que serían sus nietas, y he sonreído al darme cuenta de como pasa el tiempo, como si lo hiciera de puntillas y sin hacer ruido.

Después, tras preguntarme el hombre qué quería y responderle "nada, sólo echarle un último vistazo a todo esto", me puse a examinar cada parte de la tienda en la que el tiempo parecía que no había cambiado en exceso: Se seguían vendiendo las carpetas de Dragon Ball, había alguna figurita de los antiguos Power Rangers, incluso había alguna mochila con la imagen estampada de algunos de los Pokemon. El resto tenía alguna variante, algún dibujo animado que en la última década se había colado en las televisiones, cromos y tazos de los niños.

Él se había dado cuenta de que era mi parte de niño lo que miraba todo eso. Luego, me acerqué a él y le hpregunté sin saber muy bien como explicarlo, si seguían vendiendo esos caramelos que tenían un líquido rosa dentro que picaba mucho. Cuantísimas veces los había comprado de camino a las clases de la tarde de Conocimiento del Medio en 6º de primaria. Y cuantísimas sonrisas habían nacido de ese sitio en mi infancia.

Quizá todo eso, esa pequeña visita, me ha hecho pensar de nuevo que todos somos amapolas, que no nos damos mucha cuenta del paso del tiempo. Y esque somos el resultado de lo que por entonces empezamos a ser, de las personas que han pasado por nuestra vida, de las que dejamos que se fueran, de las que aún mantenemos como un tesoro.

Como aquella tienda, hay cosas, personas, sentimientos que cumplen un ciclo, y hay que conseguir cerrarlo -como decía Coelho- porque no queda nada más por hacer. Es necesario para abrir otros, para seguir aprendiendo, para seguir avanzando. Debemos acostumbrarnos a no llorar por lo que no merece la pena, no llorar por quién se va de nuestro lado por voluntad propia; y guardarlas y administarlas para aquellos que se van porque el camino se les ha acabado, o para que se conviertan en lágrimas de alegría, de risa, de emoción. Lucha por conseguir lo que te propones, no dejes atajos a medias, un libro a medio terminar, o una amistad de verdad a medio hacer.
Y amar, sin miedo; porque el temor contrae, capta, cierra, oculta, huye y daña. La única verdad es el amor, es todo lo que es bueno para uno mismo, lo único que de verdad se queda grabado. El amor es la energía que abre, que emite, que expande, que revela, que permanece y que cura. El temor se aferra a todo lo que tenemos, el amor lo regala. El temor prohibe, el amor quiere. El temor ataca, el amor alivia. Amor por los tuyos, por tu familia, por ella.

Haz todo lo posible pues para desarrollarte, para enriquecer el alma, para aprender a alejarnos de quien nos muerde el corazón y nos dinamita las ganas. Aprende a degustar el buen whisky, a deleitarte con un buen paisaje, a sentirte lleno sonriendo junto a la mejor compañía, a liberarte de tu jaula, de los miedos que te prohiben ser lo que quieres. No te limites a ser uno más del rebaño porque sea lo más fácil. Y cuando no sepas muy bien por dónde empezar, recuerda que "Y si tratas de ser justo, sólo es justo el corazón. Los demás órganos tratarán de quitarle la razón."

1 comentario:

Chat Noir dijo...

Sólo una cosa... :)
Qué bien me conozco esa sensación de ver cómo pasa el tiempo...
Bravo, te sigo y me encanta!