lunes, 27 de septiembre de 2010

Cabecita loca



Mírala, es preciosa. Sobretodo cuando sonríe de esa forma que parece decir "sé que me estás mirando", y tú sabes que ella lo sabe, y aún así te da igual, y la sigues mirando. Menuda cara estarás poniendo, si te vieras... Las gafas de sol no te la disimulan mucho ¿Ves? Se acaba de girar y te ha visto con esa cara de idiota. "Vaya macarra estás hecho, muñeco". Pero sigue sonriendo, tanto tanto que se le achinan los ojos y te enseña los dientes entre esos bonitos labios. Y ahora se acerca, ahí viene. Se acerca tanto tanto que llegas a ver como el color de sus ojos se termina de definir. ¿Son marrones, color miel, verdes? Quizá de todo un poco, pero cuando se pone tan cerca está claro, son verdes, un verde precioso. La has visto tantas veces desde esa distancia que has llegado a memorizar la forma de sus ojos, incluso la forma de mirarte. Ojo izquierdo, ojo derecho, boca, sonríe. Te resulta hasta gracioso pensar "ya verás, ahora me mirará los labios". Acertarás y sonreirás. Incluso puede que consigas robarle algún beso teniéndola tan cerca.
Es increíble. Es increíble ella. Ella y éste sitio. Éste sitio y saber que mañana volveré a estar aquí. Aquí con ella. Y al final te acostumbras a que ella sea la dueña de la primera sonrisa de la mañana. Porque la primera es la más auténtica del día. Y no conformándose de eso, tiene la desfachatez de adueñarse del 90% de las sonrisas del resto del día. ¿Cómo se atreve? ¿Por qué estoy pensando ésto exactamente? ¿Y por qué no puedo dejar de mirarla? Creo que lo sabe. Sabe que te estás haciendo tu propio diálogo contigo mismo en la cabeza y que su presencia bombardea cualquier pensamiento. Sí, mete los codos y se cuela entre ellos, hasta que acabas pensando si ella también contará los segundos de tus sonrisas, como tú haces con ella. 2 minutos. Sí, 2 minutos enteros. Ese es el récord, y cada día intentas superarlo. Es complicado, porque siempre se termina colando algún beso o algún abrazo que hace que se reinicie la cuenta. Pero no importa. No importa ni lo más mínimo.
Es gracioso. Bueno, es gracioso desde mi perspectiva, que sé lo que piensas. En cuanto a lo que haces, realmente no lo entiendo bien, al poco de aparecer ella el caso dejé de llevarlo yo y se traslado dos palmos más abajo de mí, en el corazón. Allí está más cómoda, tiene más espacio y puede decorarlo como ella quiera. Está remodelado, aunque sé que sufrió alguna que otra fisura y el ataque de alguna bola de demolición, pero tiene cimientos muy fuertes y mejores materiales. Además, tendrá mejores vecinos. Aquí a menudo entran temas de trabajo, o asignaturas aburridas de Derecho, y no es bueno mezclar lo pasional con lo profesional. Allí abajo no entran problemas, ni lágrimas, ni personas que no merecen la pena. Son ellos lo que encienden la chimenea, sobretodo ella. Que ya sabe que esa es su casa, y que puede quedarse el tiempo que quiera. De hecho creo que ya la ha decorado como si fuera una casita al lado de alguna playa de la Costa Brava. Fachadas blancas y azules y muchos detalles relacionados con el mar. Debe de ser muy acogedora. Seguro que por las noches sale al balcón con vistas al alma, y cuenta estrellas de cartón antes de dormir.
Madre mía, como deliras cuando te pones. Deja de pensar esas cosas y quita esa cara de bobo. Mira, te ha vuelto a pillar mirándola como un idiota. Se te vuelve a reír. Hay que reconocer que tiene una sonrisa preciosa. Como dice tu padre, no eres tonto eligiendo. Tiene razón.
Y mira que es una pena tener todos esos pensamientos y no darte la gana de escribir algo. Que sí, que sí, que dices que has perdido la chispa, te limitas a decir eso. No debería haber excusa, al menos por ella. Lo sabes. Sabes que ella bien merece que vuelvas a prender esa chispa. Claro que merece que te esfuerces por volverte a encontrar. Porque nunca sabrás el faro de quién puedes ser, o el record de sonrisa que podrás superar.

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